JUANILLO HEREDIA Y EL NIÑO DE LAS ALMENDRAS

Son insustituibles, cada uno en los suyo, en su personalidad, en lo que aportaron tanto al Sacromonte como al Albayzín. Esta foto está tomada en 2005. Tuve la suerte de poder conocerlos, especialmente a Juanillo, con el que tuve más trato y cercanía. Era un filósofo, un maestro en lo flamenco y en la vida, tenía la virtud de saber utilizar las palabras adecuadas para cada momento. No se sentía superior ni inferior a nadie, quizá por eso, delante de Curro Albayzín y de un servidor, tuvo unas palabras subidas de tono pero de tú a tú con el alcalde de Granada que no gustaron nada al regidor. Juanillo se levantó de la reunión y se fue con su dignidad intacta, pero su mensaje lo había oido el alcalde alto y claro.
Hay mucho que contar sobre ellos y mucho que aprender. El de las Almendras es otro de esos personajes inexorables en la noche flamenca granadina. Ha dejado un gran hueco y sobre todo una gran herencia: la perpetuidad del artista, del que muere con las botas puestas. Que en paz descansen los dos. Mi humilde recuerdo a ellos.

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